Nuevamente llega el otoño y con el las celebraciones.
He estado tan lejos! me fuí a otro continente y confieso que extrañé al Bardo, mi gran amigo y consejero.
También mi Maestro, por que no decirlo. Siempre tiene para mí una enseñanza y palabras de esperanza.
Al bajar del avión todo mi pensamiento estaba en volver al bosque y respirar ese aire que solo ahí se puede respirar, el Schwazwald o Selva Negra, siempre abierta y pura, con su misterio y alegría viva, que siempre recibe a forasteros y moradores.
El Bardo vive en medio de ésta magnificencia y siempre me recibe con una sonrisa y su mirada amigable, un gran hermano y un paciente amigo, que aunque le olvido durante largos períodos de tiempo por ocupaciones y trabajo, nunca me lo reprocha.
Le fuí a ver con ansia de contarle todas mis peripecias en el Nuevo Mundo, todo mi trabajo y los nuevos amigos, así como todos los proyectos que faltaron por hacer.
Al llegar la casa de madera y ladrillos aguardaba bella e inmaculada como siempre, pero ésta vez noté que la hiedra había crecido notablemente en éste tiempo en que me había ausentado.
Estaba por todos lados, delineando todo el costado de la casa.
Me percaté de sus colores dorados y verdes y en la parte frontal donde están las ventanas la hiedra era completamente rojiza, una maravilla a los ojos que, como siempre miraban extasiados viendo la belleza del lugar.
No se como pude haberme ido tan lejos, siendo tan feliz aquí.
Apenas me acerque a la puerta y el Bardo pronunció mi nombre lanzando seguidamente una carcajada de felicidad.
Estás aquí!! me dijo. Me le heché a sus brazos y casi me dieron ganas de llorar al volver a verle. Sus ropas olian a leña fresca y anís, así como un poco aires a canela.
Le dije: Todavía usas el mismo perfume ?.
Me contestó : Eau de Toilette del Bosque! jajajaj !!
Hacía un poco de aire frío pero aún así no me hizo entrar en la casa, por el contrario me hizo sentarme en la mesa de afuera hecha de troncos de Arce.
Me trajo al momento un delicioso y aromático té de canela, anís y manzanas.
Observé de nuevo la hiedra de la casa, mis ojos rodeaban sus colores, también me di cuenta que el Bardo había dejado sus tareas de limpieza, ya que barría hojas secas del suelo.
Entonces sentándose conmigo me dijo que
había trabajado todos éstos meses en la jardinería, se requería dedicación para tener un jardin bonito, pero que le había dado mucha lata la hiedra, la había estando moldeando durante días, porque con las lluvias se habían profliferado, así pues las ramas las vendía para hacer arreglos florales. Terminó diciendo:
"Parece que Gort se apoderó de mi casa "
No sabía nada acerca de lo que me decía. Seguidamente me explicó que en esas fechas los Druidas y Celtas festejaban una fiesta poco antes de Samhein y Gort era en la mitología Celta el onceavo mes.
La Hiedra tenía un significado importante de protección, unidad y sabiduría, ya que en sí la planta tiene mucha determinación salvando obstáculos para sobrevivir y acercarse a la luz.
Por tanto la hiedra es fuerte y se expande, se entrelaza, los Celtas la regalaban a los que contraían matrimonio como símbolo de fidelidad, fecundidad y prósperidad, entrelazando sus manos.
También la hiedra sigue siendo siendo un símbolo de protección para los habitantes de los bosques.
Los campesinos que se dedican a la crianza de ganado vacuno , bovino y porcino, colocan la hiedra para que cubra parte de los establos, contra los espíritus de las enfermedades o alejar espíritus impuros.
Relacionada también con los vínculos y juramentos, símbolo de las Triadas y o Diosas Triples, está consagrada a la Queen Mab que era una Hada .
En Romeo y Julieta, Mercucio define de la siguiente manera a la Reina Mab:
Habla Mercucio:
Ya veo que te ha visitado la reina Mab,
la partera de las hadas. Su cuerpo
es tan menudo cual piedra de ágata
en el anillo de un regidor.
Sobre la nariz de los durmientes
seres diminutos tiran de su carro,
que es una cáscara vacía de avellana
y está hecho por la ardilla carpintera o la oruga
(de antiguo carroceras de las hadas).
Patas de araña zanquilarga son los radios,
alas de saltamontes la capota;
los tirantes, de la más fina telaraña;
la collera, de reflejos lunares sobre el agua;
la fusta, de hueso de grillo; la tralla, de hebra;
el cochero, un mosquito vestido de gris,
menos de la mitad que un gusanito
sacado del dedo holgazán de una muchacha.
Y con tal pompa recorre en la noche
cerebros de amantes, y les hace soñar el amor;
rodillas de cortesanos, y les hace soñar reverencias;
dedos de abogados, y les hace soñar honorarios;
labios de damas, y les hace soñar besos,
labios que suele ulcerar la colérica Mab,
pues su aliento está mancillado por los dulces.
A veces galopa sobre la nariz de un cortesano
y le hace soñar que huele alguna recompensa;
y a veces acude con un rabo de cerdo por diezmo
y cosquillea en la nariz al cura dormido,
que entonces sueña con otra parroquia.
A veces marcha sobre el cuello de un soldado
y le hace soñar con degüellos de extranjeros,
brechas, emboscadas, espadas españolas,
tragos de a litro; y entonces le tamborilea
en el oído, lo que le asusta y despierta;
y él, sobresaltado, entona oraciones
y vuelve a dormirse. Esta es la misma Mab
que de noche les trenza la crin a los caballos,
y a las desgreñadas les emplasta mechones de pelo,
que, desenredados, traen desgracias.
Después de recitar ésto, el Bardo se quedó en silencio y el viento de Otoño comenzó a soplar.
Me invitó entonces a entrar a la casa, ahí prendió unas velas adornadas con canela, me sentí cómodo y supe que había llegado a mi verdadero hogar.
Seguramente hay mucho más que hablar sobre la hiedra, en realidad es un aplanta misteriosa, entretanto tomaremos más té de canela celebrando nuestro reencuentro.
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