Hoy fuimos con toda la familia a la Selva Negra, hemos visitado al Bardo, como siempre nos recibió con sus mejores platillos y su enorme simpatía.
Las primeras hojas de otoño se han dejado caer y con ello el Bardo se inspira, ya que es su época favorita. Llenos de alegría al atardecer el Bardo nos contó a chicos y grandes el siguiente cuento:
Había una vez un molinero que era pobre, sin embargo tenía una hija hermosa.
Un día el molinero habló con el Rey y para quedar bien con él, le dijo lo siguiente:
-Yo tengo una hija hermosa que además sabe hilar y puede convertir la paja en Oro.
El Rey dijo- Ese es un arte que me gusta y si tu hija es realmente tan hábil como dices, mándamela y la pondré a prueba.
Al llegar la hija del molinero al castillo, fué conducida hacía una habitación repleta de paja con un torno de hilar al frente. Al llegar el Rey ante ella, lleno de avaricia dijo:
- Ahora, ponte a trabajar y si no logras transformar la paja en oro al amanecer, tendrás que morir.
Cerró la puerta dejándola encerrada en ese lugar.
La pobre chica no sabía que hacer, no entendía nada, ni sabía nada sobre convertir la paja en oro, poco a poco se fué desesperando cada vez más, al punto de ponerse a llorar.
Derrepente se escuchó el rechinar de la puerta, al abrirse ésta, entró un hombrecillo saludándola:
_ Buenas noches, Srita. Molinera, por qué lloras de ese modo?
Ella suspirando le contestó:
_Tengo que transformar ésta paja en oro y yo no se hacerlo.....
El hombrecillo viéndola fijamente le dijo:
_ Que me darías si yo lo hiciese por tí ?
Ella recordó en ese momento que tenía algo de su Madre puesto y dijo:
_ Te doy mi collar.
El hombrecillo lo tomó de inmediato y poco después comenzó a trabajar en el torno de hilar, trabajando toda la noche.
Al día siguiente, el Rey entró en la habitación y encontró con gran sorpresa, que toda la paja se había convertido en Oro puro, pero su corazón era duro y su mente avariciosa.
Dudando de que ésto fuera aún realidad, ordenó de nuevo a llevar a la chica a otra habitación mucho más grande y llenarla con más cantidad de paja que la anterior y volvió a decir:
Si bien es cierto que has superado la primera prueba que te he hecho, necesito que la repitas para poderte creer y no dudar más, te ordenó vuelvas a transformar esta segunda vez toda esa cantidad de paja en oro, de lo contrario mi sentencia será la misma que si no hubieses cumplido la primera y morirás al amanecer.
Volvió el Rey a cerrar la puerta dejándo encerrada nuevamente a la chica.
Ella pensó que una vez pudiera tener suerte en tener una ayuda mágica, pero dos, sería prácticamente imposible, pensando más y más, llego al punto de ponerse a llorar totalmente desesperanzada.
Después rato se abrió la puerta y entró nuevamente el mismo hombrecillo que la había ayudado y le dijo:
_Qué me das si transformo la paja en Oro, linda muchachita?
Ella sumamente sorprendida, logró contestar, al tiempo que se quitaba algo de los dedos:
_ Mi anillo.
El hombrecillo la miró y lo tomó. Momentos después se puso a trabajar toda la noche.
Al amanecer, entró el Rey con gran sorpresa observó que nuevamente la chica había logrado cumplir el reto que él le había impuesto. Sin embargo aún no estaba satisfecho con las cantidades de Oro.
Nuevamente la avaricia del Rey había ganado en su mente y ordenó que encerraran nuevamente a una habitación mucho más grande que la anterior y con aún más paja que la anterior.
Adviertiéndo nuevamente a la chica el rey dijo:
_ Si logras transformar nuevamente toda ésta cantidad de paja en Oro, te convertirás en mi esposa.
Al decir ésto el rey pensaba que aunque fuera la hija de un simple molinero, jamás encontraría una mujer tan rica y hermosa como ella.
Cuando la chica estaba nuevamente sola, llegó el hombrecillo y le dijo:
_ Qué me das ésta vez si transformo la paja en Oro, chiquilla?
Ella le contestó:
_ Yo ya no tengo nada que ofrecerte.
El hombrecillo la miró con una mirada profunda y agregó:
_ Te puedo ayudar, pero prométeme que cuando seas Reina y engendres tu primer hijo, me lo darás.
La chica pensó que nadie sabría como sería en verdad el futuro y de no aceptar acabaría muerta, así que decidió aceptar y dijo:
_ Esta bien, te prometo lo que has pedido.
De inmediato aquel hombrecillo se puso a trabajar.
Al amanecer, el Rey muy contento confirma para su agrado, que toda la paja se había convertido en Oro y cumple entonces la promesa de desposar a la chica.
Al cabo de un tiempo, después de muchos meses de feliz vida matrimonial, se dió la noticia por todo el Reino de la espera de un bebé heredero. La Reina había olvidado por completo el pacto hecho tiempo atrás.
LLegó el día del alumbramiento y aquella noche en medio de la nada, apareció de nuevo el hombrecillo, diciendo:
_ Vengo a llevarme lo que me has prometido.
Ella llena de estupor ante tal aparición y trata de pronunciar palabra diciéndo:
_ Te ofrezco todas las riquezas de mi Reino a cambio de que me dejes a mi hijo.
El hombrecillo le contestó:
_ No, prefiero algo viviente que todas las riquezas de éste mundo.
Ella que comenzó a llorar y a implorarle misericordia como madre, rogándole que no se llevará al bebé.
El hombrecillo conmovido, le dijo:
_ Te doy tres días en los cuales vendré diariamente y tu debes adivinar cual es mi verdadero nombre, si hasta entonces no has adivinado como me llamo, me llevaré a tu hijo.
Segundos después desapareció.
La Reina comenzó a escribir todos los nombres que conocía y mandó a todos sus mensajeros a investigar todos los nombres que existían en el Reino.
La primera noche se cumplió y el hombrecillo se presentó ante ella preguntando:
_Cual es mi nombre?
La Reina le enlisto todos los nombres que conocía:
_ Gaspar, Melchor, Baltazar, etc....
Pero el hombrecillo contestó:
_ No, así no me llamo.
Al segundo día, la Reina dió la orden de investigar como se llamaban cada uno de sus lacayos en el reino.
Ese día llegó nuevamente el hombrecillo ante su presencia, haciendo la pregunta nuevamente:
_ Cual es mi nombre ?
La Reina contestó:
_ Te llamas tal vez Rippenbiest o tal vez Hammelswade? ó Schnürbein?
Pero el hombrecillo contestó:
_ No así no me llamo.
Al tercer día regresó uno de los mensajeros y le dijo:
_ Mi Reina no he podido encontrar ningún nuevo nombre más, pero allá donde está la montamontaña más alta, en un rincón del bosque, donde el zorro y el conejo se dicen las buenas noches, encontré una pequeña cabaña, donde ardía una fogata y alrededor de la fogata, saltaba un hombrecillo ridículo saltando en una pierna y cantando:
Hoy hornearé un pan....lero.. lero....
Mañana haré cerveza....lero... lero...
y Pasado Mañana iré a por el hijo de la Reina......lero lero...
Ah !!! que bien.....!! que nadie sabe !! que yo me llamo
Rumpelstilzchen..!!! lero ....lero...
Ya se podrán imaginar ustedes, que tan feliz y aliviada estaba la Reina al recibir ésta noticia, muy contenta, espero la tan ansiada visita.
El hombrecillo se presentó y nuevamente dijo:
_ Cual es mi nombre?
La Reina muy sonriente le dijo:
_ Te llamas acaso Kunz?
El hombrecillo contestó:
_ No, así no me llamo.
La Reina insistió preguntando de nuevo:
_ Te llamas Heinz?
El hombrecillo, negó nuevamente.
La Reina por fin muy feliz y casi gritando de felicidad dijo :
_ Tal vez te llamas Rumpelstilzchen?
En ese momento el hombrecillo sorprendido, la mirá airado fijamente y le dice:
_ Eso te lo dijo el diablo. Reptiéndoselo vairas veces como un loco.
Trastornado y lleno de furia el hombrecillo de una patada golpeó el piso con su pié derecho con tal fuerza, que hizo un hoyo y tal fue su ira que al tratar de sacar el pié se partió en dos y desapareció.
La Reina su hijo y su esposo el rey vivieron felices para siempre, sin ser molestados jamás.
sábado, 25 de agosto de 2012
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